mision del vaticano

Roma. Vaticano. Año 1645

Cristine habia llegado al fin donde debia estar. Por demasiadas iglesias pequeñas habia estado ya. Solo faltaba ganarse el favor del papa para poder tener más control. Asi lo habia dicho el Señor. Poco utilizo su poder, pero los milagros a su alrededor se fueron haciendo hasta que llego arriba del todo. Entonces la paloma blanca trajo el aviso.

" Seres caidos de antiguas alas blancas esperan en la tierra... Dios no desea que esten, los expulso. El trabajo de mis hijos es encontrarlos"

Roma. Vaticano. Año actual

Cristine hace correr la voz. Se necesita a quien sea capaz de luchar contra lo imprevisible, contra seres fuertes con poderes desconocidos, que quizas influyan en la mente de la gente.

Quien acepte el trabajo, debe ir al Vaticano. Ya se ha localizado a uno. ahora hay que cazarlo.

El tráfico es molesto en la ciudad y el viaje desde el aeropuerto de Fiumicino ha resultado casi tan agotador como el vuelo en cuestión. Los romanos parecían sufrir de cierto daltonismo para con los semáforos, al igual que con cualquier otra señal de tráfico... Lo más curioso, pero, era que resultaban ordenados en su desorden... como si todos se apartasen del paso de uno al mismo tiempo.

El taxi se para al final de una avenida, frente a una plaza muy característica coronada por un edificio emblemático. La fuerza del poder de Dios en la Tierra, la santa sede... el Vaticano. El conductor parece hablar algo acerca de sobre la "piazza di san Pietro", la cual me asegura es "molto bella per vissualizzare al tramonto". El turista desconoce quien o que es tramonto pero asiente con la cabeza al tiempo que da las gracias y paga el trayecto. Abre la puerta del skoda blanco y se apea de él al tiempo que una ráfaga de aire sacude su rostro dándole la bienvenida. Lentamente se retira las gafas de sol y desliza sus manos hacía los bolsillos de sus jeans Mientras tanto el taxista deja a su lado una bolsa de deporte que cae con un tíntineo metálico y se despide acelerando rápidamente avenida abajo.

Cogiendo la bolsa Vincent comienza a caminar hacia la izquierda de la Basílica, por dónde se entra a la ciudad del Vaticano sin ser turista. Antes de entrar, pero, dos guardias le paran y hablan en italiano. No parecen entenderle, él sabe que tampoco se entendería demasiado bien por ellos. Sabe que son miembros de la famosa guardia Suiza pese a que no llevan el uniforme de gala... algo le dice que no se andarán con chiquitas si creen que es una amenaza. Lentamente deja la bolsa al lado, evitando que esta haga el menor ruido, y busca entre los bolsillos interiores de su gabardina blanca hasta extraer un papel que extiende sonriente al guardia más cercano.

- Io vengo dalla Canada. Portare questo da Notre-Dame-de-Bon-Secours... è per il lavoro. - Apenas había ensallado nada de Italiano mientras volaba y no tenía muy claro si pronunciaba bien aquellas palabras o si eran las más adecuadas. Uno de los guardias, el que no sostiene el papel, amaga una carcajada mientras el otro se acerca a la garita con el papel dónde descuelga el teléfono para realizar una llamada que parece alargarse. Seguramente no crean toda la história, pero no podía hacer mucho en una ciudad plagada de desconocidos... nunca se había imaginado que tendría que viajar a Italia y los pocos conocidos que tenían cierto parentesco con la camorra napolitana hacía decenios que estaban allá dónde sus tormentosas almas les hubieran llevado.

- ¿Sabes si tardará mucho tu compañero?

Los guardias han avisado, Cristine se ofrece para ir a buscar al recien llegado, algo le dice que es mejor ir personalmente.

No tarda mucho en llegar. Por su indumentaria se ve claramente que se trata de una monja, pero tiene algunas cosas distintas a las tipicas que suelen verse. A cada paso qeu se caerca todo el ambiente parece cambiar, en cierto modo se respisra más calma, sobretodo los guardias que de golpe parecen menos despreocupados. Ella les sonrie afablemente y estos se quedan a un lado. Mira al desconocido y no tarda mucho en ver las cosas. Su sonrisa se hace mayor, al fin llegaba alguien. No tenia sentido decir algo en italiano. Los guardias ya sabian que si ella estaba no habia peligro a menos que ella asi lo dijera, por lo que dejaron que Vincent entrara sin más.

- Bienvenido al Vaticano.

Estaba esperando una visita del estilo desde hacia cierto tiempo y al fin llegaba, podria contar con alguien más para buscarle.

-Me llamo Cristine. Espero qeu el viaje no haya sido muy pesado.. hay trabajo que hacer.

Al cabo de un rato, no demasiado largo, en el que la tensión parecia ir en aumento a cada mirada que se cruzaba entre los guardias y Vincent aparece una mujer ataviada con los hábitos de monja. Una serenidad inhumana baña el lugar con su llegada y el mundo parece transformarse, las guerras son cosa del pasado en aquel círculo y la paz acaricia sus rostros con cada sonrisa de la mujer. Cuando las miradas se cruzan el mundo parece congelarse a su alrededor mientras ambos se reconocen mútuamente, el silencio es roto por palabras que nadie ha dicho y la sonrisa del ángel se acrecenta enseñando unos colmillos ligeramente afilados.

- No esperaba encontrar a nadie... - Comenta tranquilamente mientras carga por detrás del hombro con su bolsa del equipaje.- y menos aún ser recibido por <<vos>>. - Vincent subrayó la última palabra. Los ángeles estaban tarde o temprano viviendo entre humanos hasta que llegaban al fin de su existencia, los Serafines... ellos ocupaban un rango más alto en otro coro, si estaba aquí significaba que algo gordo se cocía en las altas esferas.

Los guardias se apartan al paso de Vincent y este dedica una mirada especialmente significativa a aquel que había realizado la llamada. No era una mirada plena de maldad, si no puramente inquisidora... como si con ella fuese capaz de ver hasta el secreto mejor guardado de aquel que era observado (algo lejos de la realidad, pues para ello prefería utilizar otros métodos más efectivos). Sonríendo, con su peculiar sonrísa endemoniada, se dirige a este en un susurro al pasar por su lado...

- So che tutti i vostri segreti ... Che Dio sia con voi, anima peccatrice

Los dos seres celestiales, tan similares en naturaleza y tan distintos en eséncia, se alejan ahora de las figuras que permanecen vigilantes ante la posibilidad de una nueva visita. La Serafin, cuyo nombre en la tierra es Cristine, se presenta de manera formal... en un mundo dónde los humanos no creían en la fantasía era difícil no guardar las apariencias.

- Los humanos pueden fabricar aviones muy cómodos si se lo proponen, además... uno siempre disfruta viendo Die to Hard. - Comenta mientras se encoge de hombros a modo de respuesta. Lo bueno de tener dinero en un mundo en el que la economia era la deidad más adorada era que se tenían al alcance una série de cómodidades y lujos que nunca estaban de más. - Ya sabéis... Poderoso caballero es Don Dinero.

Tras eso Vincent deja de hablar durante unos segundos observando todo a su alrededor. El recinto, la ciudad, estaba llena de cámaras colocadas de forma más o menos disimulada. Aunque gracioso aquello era comprensible, no podían permitirse el lujo de perder a una de las personas más importantes de la Tierra... y alguna parcela del Cielo.

- Estoy deseando terminar con él... Mi nombre es Delacroix, Vincent Delacroix. Aunque supongo que ya os lo habían dicho.

Sonrie al oirle y da media vuelta para mirarle, mientras sigue andando hacia atras.

- El trabajo es importante, no puede venir cualquiera a organizarlo todo. Las cosas estan algo..revueltas.

De nuevo dio la media vuelta para seguir bien el camino por el gran pasadizo decorado con arcos. Llegan a los jardines, todo esta lleno de color y vida, y tambien hay algunas estatuas de marmol. Cristine va directa por donde debe ir, pasando por los caminos de tierra hace el camino más corto. Cada vez que se encuentran con alguien agacha un poco la cabeza a modo de saludo, pero nada más.

Algunos sacerdotes se quedan algo alejados y terminan susurrando entre ellos, algunos no entienden aun como una mujer ha podido llegar a tal posicion, aunque cuando estan cerca nada de eso les importa. De espaldas lo comentan todo sin cesar, y a veces parece que las mismas flores susurren.

- Nunca he ido en avion la verdad.. tampoco tengo necesitadad de ello, esta bien si son comodos, los humanos crean cosas realmente curiosas. Y todo lo hacen por ese poderoso caballero.. cualquier cosa hacen.

Al poco llegan de nuevo a un pasadizo, muy iluminado y lleno de cuadros, ven imagenes religiosas, algo logico.
Apenas se cruzan con gente, que ya llegan a destino. Una puerta de madera bastante simple. Ella abre y se queda a un lado ofreciendo que pase.

-Tu habitacion. Entremos, podremos hablar sin que las paredes escuchen. Pocos saben que trabajo hay y los humanos son demasiado curiosos.

- Ya... veo - Se limita a responder mientras avanzan. Vincent observa todo con aquella mirada del observador desinteresado, sin prestar demasiada atención a todo lo que le rodea mientras se cruzan con los distintos cargos eclesiásticos del lugar. Lo mismo podrían pasar delante de una de las múltiples obras de Rembrand que delante de un cuadro dibujado por un niño de parbulos... él los hubiera observado anotando hasta el más mínimo detalle sin el menor tipo de interes demostrado.

La gente no parecía mostrar mucho aprecio por la posición que Cristine ocupaba, en cambio no parecían sentir el menor tipo de interes por su presencia. ¿Serían freqüentes este tipo de visitas? Vincent sabía que había más ángeles en el mundo, incluso se había cruzado con varios de ellos... desconocía cuantos más se encontraría aquí.

La conversación, pero, no gira sobre la visita de otros ángeles ni sobre la suya en cuestión. Mientras avanzan la serafín se límita a hablar de temas mundanos. Era cierto que los humanos creaban cosas que ellos nunca hubieran sido capaces de imaginar, pero también era alto el precio que pagaban por ello.

- Tan obcecados están que lo adoran cual becerro dorado, falsa deidad de sueños envenenados... - Comenta con gesto distraido. Lo cierto era que él no se privaba de lujos, pero todos ellos estaban enfocados en poder rendir mejor en su tarea. Necesitaba fiabilidad y en aquellos momentos la fiabilidad y la calidad iban relacionadas con el precio de las cosas. - Que Dios se apiade de las almas de aquellos incapaces de ver más allá del color de un trozo de papel...

Ella se para primero, él no duda en hacer lo mismo frente a una puerta que destaca por su simpleza dentro de aquel palacio tan ostentoso. La iglesia era demasiado hipócrita a veces, pero adoraban al Señor y la Fe era su Dogma. Vincent atraviesa la puerta en silencio y recorre con la mirada el lugar.

- No sabíais que venía pero disponéis de habitación... Sois una <<mujer>> de recursos, no puedo negarlo. - Tras eso deja la bolsa en el suelo dejandola caer. El ruido del metal al chocar contra el suelo es lo único que se escucha antes de que prosiga hablando. - De todas formas, los humanos han perdido la fe en los seres como nosotros... no creo que se preocupasen mucho más allá de nuestra salud mental si por un casual escuchasen algo.

Llevaba la cruz en el colgante y llevo la mano izquierda a esta cerrando los ojos.

-Lo hara, el Señor es bondadoso con los seres ingenuos... con aquellos que no ven la realidad porque otros les ponen vendas.

Cuando ambos ya estan dentro cierra la puerta con suavidad.

-Siempre hay habitaciones vacias, debo disponer de ellas, de vez en cuando vienen más.. algunos estan poco y vienen solo a informar, pero igualmente es impostante tenerlas.

La estancia tiene poca cosa, una cama que no parece muy comoda, una mesa y una silla de madera. Apenas tiene una pequeña ventana por la cual el sol entra. En el cabezal de la cama hay una cruz de madera tambien. Hay espacio de sobras para un pequeño armario, pero en lugar de este se ven marcas en la pared sobre la presencia de este en tiempos pasados.

En la mesa se pueden ver un par de velas y unas hojas blancas, pero no hay nada interesante.

- No todos los humanos son asi. Hay algunos cardenales que tienen cierto contacto con caidos, siguen aqui por la posicion en que se encuentran y por lo facil que es seguirles... pocos humanos se preocupan por eso

Con la mano le indica que se siente, en la cama mismo puede ser, ya que no hay muchos más sitios. Su sonrisa inocente ya no esta tan marcada, aun asi tiene un rostro afable, com si nunca pudiese mostrar seriedad o enfado.

- No todos los humanos han perdido la fe, y fue por ellos que nos dimos cuenta. Nos dijeron que sucedian cosas extrañas y no muy buenas cerca de un cantante. - no era necesario dar detalles, era de imaginar que cerca de un caido la gente era mas corrupta y cometia más crimenes- Sabemos que es un caido.. pero puede ver bien como es quien se aceca... y somos pocos los que sabemos hacer bien el trabajo, y no todos tenemos gran libertad de movimientos. Nos ha dicho que busquemos a quien tenga más libertad y pueda.. cazarle.

Lo habia pensando muchas veces, habria ido ella misma, pero su mision estaba en el Vaticano, no podia irse aun, al menos no podia irse más de dos semanas, y quizas se necesitaba más tiempo para atender al cantante. Le habian perdido un poco de vista, pero sabia bien por donde iba la gira que estaba haciendo, seria información suficiente..

- Sinceramente, yo tampoco me quedaré mucho tiempo... - Vincent observa el austero mobiliario de la habitación. La hipocresía era tal que se sentía ofendido por ella. ¿Qué clase de broma se supone que era aquella habitación? Y mientras, al lado, la Curia Vaticana se daban un banquete digno de reyes. - Tengo una habitación apalabrada en un hotel, tengo ciertas apariencias que mantener. Espero que lo comprendáis.

Vincent se recuesta contra una pared, cruzandose de brazos mientras mira fijamente a la serafín. Aquella serenidad no iba con el ángel, pero tampoco le desagradaba.

- Es tan culpable aquel que comete pecado como quien le permite reincidir. Si sabéis quien són y qué hacen reconducidlos o apartadlos. El señor todo lo perdona, cierto, pero no podemos permitir que aquellos que creen ser los más cercanos a Dios sean ejemplo guíado por la sombra de Lucifer.

Tras escuchar el trabajo sonríe enseñando sus colmillos y mira hacía el cielo. Recordaba lo que eran los caídos... almas inconformistas, seres confusos que uno debía guiar por el camino hacía la luz nuevamente tras conseguir que redimieran sus pecados... o muriesen en el intento.

- Y no os equivocáis tras pensar que yo puedo realizar ese trabajo. Decidme hora y lugar y allí estaré... no necesito más. sabré reconocer su alma corrupta tan pronto cómo la vea. - Vincent se agacha para coger la bolsa y la alza tranquilamente, mirando a Cristine. - ¿Vamos a tomar un café mientras me explicáis los detalles? Esta ciudad invita a sentarse en una terraza y tomar uno...

Tras eso deja la bolsa encima de la cama y la abre, dejando a la vista una pequeña maleta, cajas de munición y el mango de lo que podría ser una escopeta. Introduce la mano hasta coger lo que busca y extrae una magnum del 44 modelo wesson*, mueve el tambor y tras comprobar que esta cargado revisa el seguro. Asiente con la cabeza y se la guarda en el interior de la gabardina. - Cuándo queráis.


*Imagen arma

- Bueno, parte de mi obligacion es ofrecer una habitacion, si se acepta o no, no es cosa mia. Sobre los cardenales, su castigo tendran, pero antes debemos ocuparnos de los caidos, el Señor asi lo ha dicho.

Si, aquellos recibirian su castigo, el dia ya estaba decidido también. Pero todo seria en su momento, no habia que precipitar la situacion. Sonrio de nuevo con esa inocencia mientras se levantaba, colocando bien la falda.

- Sabemos que no fallaras, he oido hablar de ti, algunos no acaban de aceptar mucho tus metodos, pero son efectivos y es lo que necesitamos.

Fue hacia la puerta para abrir de nuevo.

- Vayamos, me parece bien, hay muchos sitios donde se puede tomar un cafe con tranquilidad. Antes pasaremos por mi habitacion, tengo un par de cosas que debes llevar.

No comenta nada sobre todo lo que deja, no esta muy de acuerdo en utilizarlas, pero son efectivas, y en ese momento no podian ir vigilando los medios. En ese momento no sonrie, y llega a girar el rostro, por sus gestos ya se ve que no le agradan ese tipo de armas.

Luego se dirige tranquilamente hacia su habitacion, que por lo visto no esta muy lejos, tan solo deben seguir por otro camino de tierra del jardin para llegar a otro pasadizo hasta otra puerta de madera igual a la de antes. Esta vez no se veia a nadie, por lo qeu podian seguir con el tema.

- Deberas partir en nada, en España hay un concierto al que debes asistir, el caido es el cantante. No sabemos donde es exactamente, pero no creo que te cueste averiguarlo.

Ya en la habitacion abre la puerta, el interior es como el de la otra, solo que esta si que tiene un armario, y encima la mesa hay una bolsa negra. Dentro hay un movil, una pequeña camara y un dispositivo de manos libres para el movil. Aparte de dinero, aunque quizas no le seria necesario.
Le entrego la bolsa.

- En cualquier momento puedes llamarme para decir si has descubierto algo o cualquier cosa, aunque quizas debas dejar el mensaje, no siempre puedo responder.

Salio de la habitacion para dirigirse a la salida, por donde estaban los guardias de nuevo, anque ya habian dos distintos. Les saludo con un ligero movimiento de cabeza y con una sonrisa.